Nueva novela de
este escritor y critico literario y musical, considerado una de las
voces más sólidas y singulares de la narrativa actual, que publica
Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores.
Andrés Ibáñez reconstruye una mirada
literaria y fascinante de una generación que vivió los ochenta, que no
conoció guerras -solo la llamada "dictablanda"- y sí el paso de la
Transición a la democracia, que tuvo muchos estímulos culturales, hasta
ese momento negados; que abarrotó universidades y protagonizó el 'boom'
de la compra de vivienda.
"Este libro nació de pensar que los caminos
que me habían hecho llegar al lugar en el que estoy tenían que ver con
mi generación, porque en el fondo lo que le pasa a uno les pasa a
muchos".
"Y me puse a escribir sobre nosotros, que somos una generación muy
grande, muy culta, con pocas ambiciones, muy ingenuos, en cierta medida
rebasados por los acontecimientos y que no teníamos nada épico que
contar", añade.
Pero eso de no tener nada que contar se lo pensó dos veces el autor
de "La música, el mundo", el primer libro con la que el escritor
deslumbró a la crítica y que recibió el premio Ojo Crítico. Se dijo: "A
lo mejor creíamos que no pasaba nada cuando pasaba y ahora se ve que era
muy interesante y tenía fuerza".
"Creía que lo importante era la batalla de las Termópilas,
la conquista de México o algo así de épico, y a nosotros no nos pasó
algo así pero nos pasó lo que nos pasó y tiene tanto interés como la
batalla de las Termópilas".
Y para construir "La lluvia de los inocentes" el autor de "La sombra
del pájaro lira" o "El mundo de la Era de Varick", ha tirado de su
propia memoria y ha reconstruido la infancia de un protagonista y su
familia, que tiene muchas concomitancias con el propio autor.
Así, esta novela también se convierte en un libro de iniciación con
la infancia del protagonista, su profundo amor por los libros, su
afición por el mundo imaginario, la música, la ópera; su pasión por las
lenguas, por el inglés, por la cultura rusa -su madre fue enviada a
Rusia durante la guerra civil, y le contaba muchos cuentos en ruso- o
sus primeros amores y frustraciones.
Todo ello con el friso de la época, el simbólico instituto madrileño
Ramiro de Maeztu, las revistas del momento, los cómics, las
manifestaciones anti OTAN o las calles y locales de Madrid, la movida y
el asentamiento de la democracia.
Una apasionante y trepidante lectura, que es también un tratado del
buen manual de literatura, toda una biblioteca con la lista de libros
fundamentales. De entre sus páginas el lector puede adivinar de dónde le
viene a Andrés Ibáñez su amor por ir más allá de la realidad física,
con la lectura en su infancia: "El tercer ojo", de Lobsang Rampa.
También el articulista deja claro en estas páginas sus críticas a un mundo entendido como división entre izquierda y derecha.
"Toda mi vida me ha gustado la música clásica, la ciencia ficción, he
leído a Borges con pasión. Hago meditación y yoga, y eso desde una
visión muy rara dice que es ser de derechas. Jamás he sido en mi vida de
derechas, pero critico a la izquierda fanática, porque siempre se ha
negado a cambiar sus puntos de vista y ampliarlos", sostiene.
La novela comienza con la lluvia y acaba con el mismo elemento como símbolo del paso del tiempo.
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