miércoles, 5 de junio de 2013

Los sin voz

Tenía ganas de volver a escribir sobre las villas. Quizá como fórmula de exteriorizar el agradecimiento que supone para mi evolución personal el haber podido colaborar en Villa 15, también llamada Ciudad oculta y cuyo nombre procede de la dictadura militar argentina, encabezada por Videla, cuando decidieron esconder la villa de los ojos de los extranjeros durante el mundial de fútbol de 1978 tapándola y rodeándola con un paredón.

También es una forma de decir adiós. Adiós a toda la gente y sobre todo los niños, que he tenido el placer de conocer y que me han enseñado aspectos de la vida que no conocía. Que me han enseñado a abrir mi mente y mi corazón y a, por una vez, aparcar la piel de uno para ponerse en la del otro.

Me contemplo caminando por la arena de la entrada, o el barrizal cuando llovía. Feliz de encontrarme con los niños que siempre te esperan ansiosos y la gente que a pesar de las complicaciones diarias tiene una sonrisa todos los días para regalarte. Hacia ambos lados las casas, hechas de cemento, cartón o chapa. Los pequeños negocios del mismo modo anunciados con pintura, la cantidad de cableado puesto por encima de los bloques, los callejones de no más de dos metros, donde la droga y la desesperanza absorben y aniquilan desde los mas pequeños a los más grandes. Donde la basura, los desechos y las defecaciones se amontonan y van creando un foco de infecciones y enfermedades. El ruido de los tiroteos despertando a los vecinos por la mañana.  El bien y el mal en plena lucha. Una lucha encarnizada que mata, hiere y destroza cualquier atisbo de dignidad. Condenados al olvido y al silencio. Al desprecio dentro y fuera de esos muros que todos desean traspasar. 
Yo, agachada y de azul, con los niños de ciudad oculta

Sentimientos de nostalgia. Echo de menos oír mi nombre porque alguno de ellos me reclama para que le sirva  más comida o más agua, o porque simplemente requiere mi atención. Echo de menos los abrazos de los niños y su alegría. Y admirarme por los que solo viven y luchan incesantemente por los demás, los que dan ejemplo de superación personal mientras el mal acecha en cada esquina. Recuerdos de un ambiente cálido y entrañable. La indignación ante el dicho de que el ser humano tiene lo que se merece. 


La cara oculta de Argentina

Documental sobre ciudad oculta parte I

Documental sobre ciudad oculta parte II

lunes, 3 de junio de 2013

"El mapa de las viudas" de Daniel Dimeco

El escritor argentino Daniel Dimeco se adentra en la República Democrática Alemana en su nueva novela "El mapa de las viudas", ambientada en la ciudad costera de Stralsund y cuyos protagonistas son personas "perseguidas por los fantasmas de su pasado".

La trama comienza en una noche de verano de 1960, cuando, a raíz de unos asesinatos, la locura de la protagonista, Eleonora Maler, llega a un extremo insostenible, llegando a situaciones que van a ayudar a desvelar oscuros secretos escondidos. Eleonora tendrá  que enfrontarse a sus propios miedos, donde la Stasi, Ministerio de Seguridad del Estado, lo controla todo.

Graduado en Ciencias Políticas, el escritor y dramaturgo Daniel Dimeco ha ganado diversos premios en ambos ámbitos, como el Premio Fray Luis de León por su novela "La desesperación silenciosa", o el Premio Antonio Buero Vallejo con la obra teatral "La mano de Janós".

Dimeco declaró que en estos momentos ya tiene forma su próximo proyecto literario, una novela de la que no quiso desvelar nada, tan solo que no será "tan agobiante como la anterior.

domingo, 2 de junio de 2013

"Un comunista en calzoncillos" de Claudia Piñeiro

Claudia Piñeiro mira a su pasado, a su infancia y adolescencia, en "Un comunista en calzoncillos", una novela con tintes autobiográficos, "pero con todas las mentiras necesarias para que merezca la pena ser leída".
"Los escritores tenemos la posibilidad de cambiar esas cosas, esas que, cuando contamos algo real, no tendrían que ser dramáticas. A veces los personajes no tienen un aspecto dramático interesante y hay que dárselo", explicó Piñeiro.

En la novela presenta una etapa de la vida de la protagonista en la que la relación con su padre alcanzó "la máxima complicidad". Padre e hija aparecen en la fotografía que ilustra la portada del libro, en la que salen alegres y sonrientes, saliendo del mar, tomados de la mano, durante unas vacaciones en la ciudad costera de Mar del Plata. La relación de la protagonista con su padre marca una parte de la novela, que se compone de dos rupturas paralelas: la humana y la histórica, la del paso de la democracia a la dictadura militar argentina, una etapa llena de contradicciones.
Entre diciembre de 1975 a junio de 1976, el relato gira en torno a la ideología del padre, "un hombre que se decía comunista, a pesar de no ser ni militante ni revolucionario, ni nada", y al choque que constituye para la protagonista el ir descubriendo que fuera de su casa había gente que pensaba de otra manera.
"Él decía que tenía esa ideología, pero se quedaba en su casa, en calzoncillos -de ahí el título del libro-, tomando mate y comiendo". Mientras la relación entre hija y padre se va fortaleciendo, la hija se enfrenta a las contradicciones de una sociedad en la que los secretos, la censura y las sospechas crecen día a día entre los vecinos del pueblo de Burzaco, su pueblo natal, en la periferia sur de Buenos Aires.
El país vive, mientras tanto, la caída del Gobierno de Isabel Perón, el 24 de marzo de 1976, y la llegada al poder del dictador Jorge Rafael Videla.

Autora de títulos como "Las viudas de los jueves", Premio Clarín de Novela en 2005, "Tuya" (Alfaguara, 2008) o "Las grietas de Jara" (Alfaguara, 2009), Piñeiro ha llevado ya "Un comunista en calzoncillos" hasta España.