"Lo cierto es que los treinta y uno se quedaron allí abandonados a su suerte, entre reniegos, por vidas de y votos a tal, rodeados de holandeses dispuestos a vengar el degüello de sus camaradas. (...) Y para que se hagan la idea vuestras mercedes, sólo dos españoles consiguieron regresar a la otra orilla cuando llegó la noche. Diego Alatriste era uno de ellos, y como durante toda la jornada había mandado la tropa -al capitán de verdad lo dejaron listo de papeles en la primera escaramuza, con dos palmos de acero saliéndole por la espalda-, se le quedó el mote, aunque no llegara a disfrutar de ese empleo. Capitán por un día, de una tropa sentenciada a muerte que se fue al carajo vendiendo cara su piel, uno tras otro, con el río a la espalda y blasfemando en buen castellano. Cosas de la guerra de Flandes. Cosas de España."
Quién no ha oído hablar ya del capitán Alatriste, la historia de un soldado que combatió en los tercios viejos de Flandes y que malvivió como espadachín a sueldo en Madrid del siglo XVII.
Allá por el año 1621 Alatriste participa en la batalla de la Montaña Blanca junto a Lope Balboa, quien morirá luchando. Íñigo Balboa, su hijo, que se convertirá en el servidor de Alatriste, será quien nos narre su historia. Nos lo describe así: "No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente.(...) Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedís en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros(...) Tenía mucha destreza a la hora de tirar de espada, y manejaba mejor, con el disimulo de la zurda(...) Recuerdo que cuando entré a su servicio había transcurrido poco tiempo desde su regreso de Flandes(...)lo escuchaba por las noches, desde mi jergón, pasear arriba y abajo por su cuarto, incapaz de conciliar el sueño."
Íñigo nos conduce también por la España de la época, nombrada más adelante como siglo de oro, recordándonos a personajes como Francisco de Quevedo que cobran vida dentro de la historia.
Un día, Alatriste recibe un trabajo de un hombre desconocido y, es más, enmascarado que le pide dar un escarmiento a dos hombres que van de paso por Madrid. Cuando éste se marcha aparece otro hombre pidiendo que les mate por una recompensa mayor. Alatriste, dispuesto a acabar con la vida de esos dos hombres duda en el momento en que uno de ellos pide clemencia para su compañero. Los esquemas de Alatriste se derrumban, pues en su búsqueda vienen preguntas e interrogantes y hechos que no cuadran después de conmoverse enormemente por la súplica de clemencia del extranjero. Alatriste se enfrenta a Malatesta, el italiano que le acompaña en este trabajo para que no les mate y poder aclarar el asunto.
Alatriste, sabiendo que su desobediencia traerá consecuencias, decide refugiarse en casa de su amigo, el conde de Guadalmedina donde allí descubrirá que aquellos a quienes ha intentado matar son el marqués de Buckingham y el Príncipe de Gales, futuro Carlos V, que están en Madrid para pedir la mano de una hermana del Rey Felipe IV. El encargo provenía del fraile Bocanegra perteneciente al tribunal de la santa inquisición.
Alatriste es asaltado en varias ocasiones, donde también interviene Íñigo para salvarle el pellejo y finalmente termina en presencia del conde duque de Olivares, quién consigue liberarlo.
El capitán Alatriste es una novela de aventuras ambientada en la España del siglo de oro, una España corrupta y en decadencia, tal como la describe Íñigo, pero donde a veces los valores pesaban más que cualquier otra cosa. Donde las afrentas eran respondidas y como decía Francisco de Quevedo: "No queda(ba) sino batirnos".
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