miércoles, 19 de diciembre de 2018

Los cuentos de Pío Baroja

La verdad es que se me está empezando a notar que me hago mayor. Principalmente porque mis gustos literarios han cambiado radicalmente, lo que no implica que antes no valorara las buenas obras pero, si bien antes el realismo me parecía demasiado triste y desesperanzador y prefería otro tipo de género, ahora lo disfruto por encima de cualquier cosa. Los treinta y seis cuentos de Pío Baroja que compone esta edición de 1966, que tengo ahora en mis manos después de haberlo engullido, están llenos de realismo, de tristeza y dolor, y los he disfrutado como hacía tiempo que no disfrutaba de un libro de cuentos.

Si nos situamos en su contexto histórico; Pio Baroja fue testigo de la crisis española de finales del siglo XIX- cuando España pierde sus últimas colonias en manos de EE.UU-, y es a través de unos personajes perfectamente definidos que nos transmite su gran preocupación por España y el hombre de su tierra. Es el reflejo de una época de desamparo, de monotonía y hastío que no vislumbra,ni de lejos, la esperanza.

En estos cuentos se hace visible también el existencialismo, característica importante que marca la filosofía de los escritores del 98 y donde Pio Baroja nos muestra toda su esencia: su hondo pesimismo, su falta de fe en el ser humano y esa sensación de que el hombre está abandonado a su propia suerte. Sin embargo, hay tres cuentos "Coles de cementerio", "Lecochandegui, el jovial" o "El charcutero" que destacan por su vitalismo. 

Todos y cada uno de sus cuentos transmiten una energía distinta, cuyo mayor atributo es esa sencillez que los hace vibrar de forma muy especial. 

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