sábado, 25 de diciembre de 2010

"Padres e hijos" de Franz Kafka

"Padres e hijos" es una recopilación de escritos de Franz Kafka donde aparece representada de forma más explícita la figura de su padre, fuente de inspiración del autor por ser su padre uno de sus mayores temores y traumas, el núcleo simbólico y el alma de su literatura.

Kafka había previsto reunir tres textos suyos -"El fogonero", "La metamorfosis" y "La condena"- bajo el título común de Los hijos pero finalmente nunca llegaron a publicarse juntos y esta editorial ha decidido unir La condena y otros seis textos en torno a las relaciones entre Kafka y su padre: "El mundo urbano", "Barullo", "Once hijos", "Carta al padre", "Regreso al hogar", y "El matrimonio".

Para una mayor comprensión de estos textos -y para todos los que forman la bibliografía de Kafka- es recomendable leer primero "Carta al padre", la carta que Franz escribió a su padre mostrándole sus sentimientos y donde a través de ella podemos descifrar todo su mundo literario; todas las metáforas alegóricas que existen en sus cuentos las encontramos en este texto de forma real. Creo que los que consideran a Kafka tan complicado y absurdo es porque no saben encontrar el trasfondo de su historia, pero sus cuentos no son más que el reflejo de su alma y de todo su mundo interno. En Carta al Padre su mundo queda totalmente al descubierto, Kafka se desnuda por fin y a través de ella entendemos el sentido de todas sus obras.

Me gustaría extenderme sobre "Carta al padre" porque es la que nos abre los ojos: "Querido padre: no hace mucho me preguntaste por qué te tengo miedo. Como de costumbre no supe qué contestarte; en parte, precisamente, por el miedo que te tengo (...) porque, aun escribiendo, el miedo y sus consecuencias me atenazan al pensar en ti." Así empieza la carta al padre, expresando el autor el miedo que siente hacia su padre, porque com veremos más adelante, lo considera un tirano que ha sido incapaz de comprenderle. Kafka le reprocha a su padre que aunque le haya dado todas las comodidades nunca le brindó lo más importante para él: la comprensión

Entendemos que la relación padre-hijo está basada en una relación de reproches y Kafka pide "una especie de paz, no una suspensión, pero sí una suavización de tus incesantes reproches". Pero los reproches son mútuos: "Durante toda tu vida has trabajado duro, lo has sacrificado todo por mí, en consecuencia, yo he vivido "con todas las comodidades" (...) no has exigido gratitud, conoces "la gratitud de los hijos", pero sí, al menos, algún acercamiento, alguna muestra de simpatía; en lugar de ello, siempre me he ocultado de ti, en mi habitación, con libros, con amigos alocados, con ideas excéntricas; jamás te he hablado con franqueza (...) El reproche de su padre es el alejamiento de su hijo y la respuesta de Kafka: la frialdad y la incomprensión de su padre.

Hay un factor importante que debemos resaltar porque aparece en toda la literatura de Kafka y es el fracaso al matrimonio que él achaca también a su padre: "(...) en estos intentos se concentraban por un lado todas las fuerzas positivas de que disponía; por otro lado, también en ellos se reunían con verdadero encono todas las fuerzas negativas que he descrito como un resultado concominante de tu educación, es decir, la debilidad, la falta de confianza en mí mismo, la conciencia de culpa, y tendían literalmente un cordón entre yo y el matrimonio."                                                                                         

Muchos críticos califican a Kafka de exagerado por el hecho de que achaque a su padre el fracaso de su matrimonio debido a sus incesantes reproches pero yo entiendo que va más allá por el hecho de la inseguridad que su padre creó en él a lo largo de su vida. Kafka mismo dice: "aunque hubiese crecido completamente libre de tu influencia, tampoco habría podido llegar a ser la persona que tú habrías deseado. Probablemente me habría convertido a pesar de todo en un ser débil, medroso, vacilante, inquieto (...) Habría sido feliz de tenerte como amigo, como jefe, tío, abuelo e incluso como suegro. Sólo como padre, justamente, has resultado demasiado fuerte para mí.  Y unas páginas mas adelante expresa: "Cuando yo me ponía a hacer algo que no te gustaba y amenazabas con el fracaso, el respeto a tu opinión era tan grande, que el fracaso era inevitable. (...) Perdí la confianza en mis propios actos. Me volví inconstante, indeciso. Cuanto más crecía, mayor era el material que podías oponerme como prueba de mi nulidad". Kafka había perdido la confianza en sí mismo, que fue sustituida por un infinito sentimiento de culpa.

También le reprocha la forma de educación de su padre: la dureza, los gritos y la cólera; la superioridad, la tiranía "desde tu butaca gobernabas el mundo." Tu opinión era justa; cualquier otra era disparatada, extravagante, absurda." La incomprensión y la desaprensión y a partir de ahí Kafka dividía su mundo en tres partes: en la primera vivía yo, el esclavo, bajo unas leyes creadas exclusivamente para mí y a las que, por añadidura, sin saber por qué, nunca podía obedecer del todo; luego, en un segundo mundo, a una distancia infinita del mío, vivías tú, ocupado en el gobierno, en dar órdenes y en enfurecerte cuando no eran cumplidas, y finalmente había un tercer mundo donde vivía el resto de la gente, felices y libres de órdenes y de obediencia."

El autor se veía cohibido y oprimido y a causa de eso él mismo dice "perdí la facultad de hablar. Es probable que, de todos modos, no hubiese llegado a ser un gran orador, pero sin duda habría dominado el lenguaje fluido, habitual entre la gente. No obstante, ya muy temprano me prohibiste hablar; tu amenaza: "¡No te atrevas a replicarme!", y tu mano alzada al proferirla, son dos cosas que me acompañan desde siempre.(...) adquirí una forma de hablar entrecortada, balbuciente, pero incluso eso te parecía excesivo, y acababa por callarme, al principio quizá por obstinación, y después porque no podía ni pensar ni hablar en tu presencia." Aunque gracias a ello Kafka desarrolla la capacidad para escribir "me sentía a salvo escribiendo, podía respirar" (...) "Mis escritos trataban de ti; en ellos exponía las quejas que no podía formularte directamente".

En toda la carta se expresa la fortaleza del padre y la debilidad del hijo. Kafka se siente como un insecto al lado de su padre y quizá de eso se deriva su obra "La metamorfosis" donde el padre es quien le persigue, le excluye y le atormenta reconociéndole como a un insecto que produce malestar y estorbo en lugar de reconocerle como a su verdadero hijo. En "La metamorfosis" aparece, en forma literaria, una persecución de Gregor Samsa por parte de su padre que aparece en los mismos términos en esta carta: "También me horrorizabas cuando corrías profiriendo gritos alrededor de la mesa, persiguiendo a uno de nosotros(...)"



Para no extenderme más dejo al propio lector el análisis de los demás escritos contenidos en esta obra que le serán totalmente comprensibles después de haber leído "Carta al padre", la obra esencial de Kafka, a mi modo de ver, por ser a través de ella que comprendemos todo su mundo literario. Quien siga llamando Kafkiano a lo absurdo peca de ignorancia.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

"El capitán Alatriste" de Arturo Pérez Reverte

"Lo cierto es que los treinta y uno se quedaron allí abandonados a su suerte, entre reniegos, por vidas de y votos a tal, rodeados de holandeses dispuestos a vengar el degüello de sus camaradas. (...) Y para que se hagan la idea vuestras mercedes, sólo dos españoles consiguieron regresar a la otra orilla cuando llegó la noche. Diego Alatriste era uno de ellos, y como durante toda la jornada había mandado la tropa -al capitán de verdad lo dejaron listo de papeles en la primera escaramuza, con dos palmos de acero saliéndole por la espalda-, se le quedó el mote, aunque no llegara a disfrutar de ese empleo. Capitán por un día, de una tropa sentenciada a muerte que se fue al carajo vendiendo cara su piel, uno tras otro, con el río a la espalda y blasfemando en buen castellano. Cosas de la guerra de Flandes. Cosas de España."

Quién no ha oído hablar ya del capitán Alatriste, la historia de un soldado que combatió en los tercios viejos de Flandes y que malvivió como espadachín a sueldo en Madrid del siglo XVII. 

Allá por el año 1621 Alatriste participa en la batalla de la Montaña Blanca junto a Lope Balboa, quien morirá luchando. Íñigo Balboa, su hijo, que se convertirá en el servidor de Alatriste, será quien nos narre su historia. Nos lo describe así: "No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente.(...) Cuando lo conocí malvivía en Madrid, alquilándose por cuatro maravedís en trabajos de poco lustre, a menudo en calidad de espadachín por cuenta de otros(...) Tenía mucha destreza a la hora de tirar de espada, y manejaba mejor, con el disimulo de la zurda(...) Recuerdo que cuando entré a su servicio había transcurrido poco tiempo desde su regreso de Flandes(...)lo escuchaba por las noches, desde mi jergón, pasear arriba y abajo por su cuarto, incapaz de conciliar el sueño."


Íñigo nos conduce también por la España de la época, nombrada más adelante como siglo de oro, recordándonos a personajes como Francisco de Quevedo que cobran vida dentro de la historia.

Un día, Alatriste recibe un trabajo de un hombre desconocido y, es más, enmascarado que le pide dar un escarmiento a dos hombres que van de paso por Madrid. Cuando éste se marcha aparece otro hombre pidiendo que les mate por una recompensa mayor. Alatriste, dispuesto a acabar con la vida de esos dos hombres duda en el momento en que uno de ellos pide clemencia para su compañero. Los esquemas de Alatriste se derrumban, pues en su búsqueda vienen preguntas e interrogantes y hechos que no cuadran después de conmoverse enormemente por la súplica de clemencia del extranjero. Alatriste se enfrenta a Malatesta, el italiano que le acompaña en este trabajo para que no les mate y poder aclarar el asunto.

Alatriste, sabiendo que su desobediencia traerá consecuencias, decide refugiarse en casa de su amigo, el conde de Guadalmedina donde allí descubrirá que aquellos a quienes ha intentado matar son el marqués de Buckingham y el Príncipe de Gales, futuro Carlos V, que están en Madrid para pedir la mano de una hermana del Rey Felipe IV. El encargo provenía del fraile Bocanegra perteneciente al tribunal de la santa inquisición.

Alatriste es asaltado en varias ocasiones, donde también interviene Íñigo para salvarle el pellejo y finalmente termina en presencia del conde duque de Olivares, quién consigue liberarlo.


El capitán Alatriste es una novela de aventuras ambientada en la España del siglo de oro, una España corrupta y en decadencia, tal como la describe Íñigo, pero donde a veces los valores pesaban más que cualquier otra cosa. Donde las afrentas eran respondidas y como decía Francisco de Quevedo: "No queda(ba) sino batirnos".