viernes, 22 de julio de 2016

Cada semana un libro (4) "La rueda de la vida" Elisabeth Kübler Ross

"Podemos ser pobres, podemos pasar hambre, podemos vivir en una casa destartalada, pero vamos a vivir plenamente. Y al final de nuestros días vamos a bendecir nuestra vida porque hemos hecho lo que vinimos a hacer.
La lección más difícil de aprender es el amor incondicional.
Morir no es algo que haya que temer; puede ser la experiencia más maravillosa de la vida. Todo depende de cómo hemos vivido.
La muerte es sólo una transición de esta vida a otra existencia en la cual ya no hay dolor ni angustias.
Todo es soportable cuando hay amor."


Quizá a algunos les resulte chocante esta recomendación, pero lo considero un libro completamente revelador, porque nadie había tratado el tema de la muerte con tanta naturalidad hasta ese momento y nadie puede negar la lucha de la autora por la dignidad de muchas personas moribundas que eran despreciadas y marginadas por el simple hecho de que se estaban muriendo. 


Es un libro de memorias, donde la autora recorre desde su infancia hasta casi su muerte, pasando por la ayuda que brindó después de la segunda Guerra Mundial en Polonia, asistiendo a civiles heridos por la guerra, la lucha por sacarse un título de Medicina en una época en la que las mujeres estaban relegadas a las labores domésticas y más tarde, su lucha por la curación, comprensión y ayuda de los enfermos terminales. Pero no solo es un libro de memorias, si no que es un libro para entender la muerte, y con ello, la gran complejidad de la vida.

jueves, 7 de julio de 2016

Kafka, la condena autoimpuesta

Extraordinario, neurótico, autoexigente, solitario, pero vital, nunca estaba satisfecho con nada. Amaba a Dickens y Cervantes, pero por Flaubert sentía una gran admiración. Era vegetariano, ateo, dominaba seis idiomas y vivió con sus padres hasta los 31. La incomprensión que sentía por parte de ellos queda reflejada en su obra más conocida "La metamorfosis", y en "Carta al padre" de forma más explícita. 

Nació en la República Checa en el seno de una familia judía, siendo el mayor de seis hermanos, dos de los cuales fallecieron más tarde, y sus tres hermanas exterminadas en un campo de concentración nazi. Su vida amorosa fue siempre un desastre, llegando a comprometerse cinco veces pero nunca llegándose a casar. Más bien parecía un hombre condenado a una soledad que le convirtió en genio, o al revés. Sus inseguridades y sus complejos le separarían siempre de cualquier mujer o relación. No era de extrañar que visitara burdeles asiduamente y que tuviera en casa cientos de revistas pornográficas. Su frustración se intensificaba al estar condenado a un trabajo que no le motivaba en absoluto; trabajaba en una compañía de seguros por las mañanas, aunque eso le dejaba tiempo para dedicarse a su verdadera vocación en las tardes: escribir. Escribió en una sola noche su obra "La condena", quizá como catarsis del verdadero sufrimiento que le provocaba su relación con Felice Bauer, el amor de su vida, a quien está dedicado el relato. Su sufrimiento más bien se debía a, como ya he dicho antes, sus inseguridades, complejos y miedos que no dudaba en manifestarselo constantemente en las diversas cartas que le enviaba a Felice. En una de ellas, Kafka le pide matrimonio y ella acepta, pero el tormento de Kafka le llevará a huir del compromiso e ingresará en un sanatorio, donde se enamorará de otra mujer. Tiempo más tarde volverá a comprometerse con Felice, y de nuevo volverá a romper un mes más tarde. Esa situación volverá a repetirse una vez más. 


Kafka, que había ya contraído la tuberculosis, fue apagándose poco a poco hasta morir en un sanatorio de Kierling (Austria), en 1924. Antes de ello, pidió a su amigo Max Brod que quemara todo su trabajo literario, pero gracias a la traición de su amigo, conocemos todo el legado Kafkiano.




lunes, 4 de julio de 2016

Cada semana un libro (3) "Las uvas de la ira" John Steinbeck

"Ya lo sabemos, todo eso lo sabemos. No somos nosotros, es el banco. Un banco no es como un hombre, el propietario de cincuenta mil acres tampoco es como un hombre: es el monstruo.
Sí, claro, gritaban los arrendatarios, pero es nuestra tierra. Nosotros la medimos y la dividimos. Nacimos en ella, nos mataron aquí, morimos aquí. Aunque no sea buena sigue siendo nuestra. Esto es lo que la hace nuestra: nacer, trabajar, morir en ella. Esto es lo que da la propiedad, no un papel con números."


Un libro magnífico, impactante y duro sobre el crack de 1929 y la época de la Gran Depresión donde una familia de Oklahoma se ve obligada a emigrar a California en pos de trabajo y una vida digna. Así, tendrán que enfrentarse al hambre, a la miseria y a la humillación por el hecho de ser inmigrantes en un país donde nada les será favorable. Un tema que sigue siendo de actualidad, porque describe el despotismo de los grandes terratenientes, la represión de los policías, el miedo y el egoísmo de los nativos que desprecian al de fuera por miedo a que les quiten el pan. Un libro de lectura obligatoria, para ponerte en la piel de aquellos que no han tenido la suerte de nacer en un país donde todas sus necesidades están cubiertas y tienen que dejarlo todo en pos de ese sueño o esa vida digna que todo ser humano se merece.