Nueve años después de la muerte de Terenci Moix, el
escritor Juan Bonilla reivindica en una biografía la valía literaria del
popular novelista catalán, cuya obra quedó eclipsada por su fama pese a
que sus primeros libros supusieron "la entrada de cierta modernidad en
la España tan aburrida de los sesenta". "El
tiempo es un sueño pop. Vida y obra de Terenci Moix", galardonado con el
Premio Gaziel de Biografías y Memorias 2011.
En "El tiempo es un sueño pop", el autor recorre el universo del
escritor barcelonés y se detiene de forma especial en su difícil
adolescencia y juventud, marcadas por su homosexualidad. Su padre le
decía: "prefiero un hijo ladrón a un hijo maricón".
"En la adolescencia debió de pasarlo realmente mal y padeció una gran
soledad, pero fue valiente y decidió salir de España. Se fue a París
con las únicas armas de su arrojo y valentía".
La biografía también refleja la participación de Terenci Moix en la
"Gauche Divine" de Barcelona, su apuesta por escribir en catalán, además
de su estancia en Italia, donde conoció a Passolini, Elsa Morante y
Rafael Alberti; la relación sentimental con el actor Enric Majó, y su
pasión por Egipto, donde se esparcieron parte de sus cenizas tras su
muerte, en abril de 2003.
De hecho, hay muchas cosas de las memorias de Moix que el escritor
gaditano pone en duda, entre ellas el que se prostituyera cuando estuvo
en París. "Eso es muy poco creíble tal como lo cuenta", como tampoco hay
que creerse del todo esa gran amistad con el director Pier Paolo
Pasolini de la que presumía.
A Bonilla le parece "raro que Pasolini no mencionara al escritor
catalán en su correspondencia", y por eso deja "planear la sombra de la
duda sobre esa relación: está demostrado que se conocieron, pero no que
fueran tan amigos íntimos como él hacía creer".
Este biógrafo no tiene dudas de que "Terenci Moix era un gran
escritor, aunque no se le considere como tal y se haya olvidado quién
fue realmente".
"Fue el perfecto emblema de lo pop". Era un especialista en cómic, no
porque fuera un erudito sino porque de niño se los leyó todos, unos
años en los que también había visto todas las películas.
"Había mamado la cultura popular y se dio cuenta de que la unión de
esa cultura con la subcultura produce una nueva manera de contar las
cosas que es, digamos, la esencia de lo popp.
La popularidad de Moix se disparó cuando ganó el Premio Planeta, en
1986, con "No digas que fue un sueño", que "le salvó la vida en un
momento de depresión absoluta, pero también lo condenó como escritor
porque, a partir de ahí, empezó a escribir novelas que no están entre
las mejores suyas".
Parte de la culpa de lo que le sucedió a Moix la tuvo el propio
escritor, "que quería ser como Truman Capote, que era muy respetado como
escritor pero que organizaba fiestas a las que todo el mundo se moría
por ir".
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