Melina tenía 18 años cuando fue secuestrada en el
centro de Lima. Unos falsos guerrilleros pedían 40.000 dólares para
liberarla. El escritor Hernán Migoya, marido de Melina, y el dibujante
Joan Marín han plasmado aquellos tres angustiosos días de cautiverio en
la novela gráfica "Plagio".
Al principio, la historia real del "plagio" (un americanismo para
definir secuestro) de la estudiante de Derecho iba a ser una novela "a
secas". Sin embargo, tras contactar con varias editoriales, el autor de
"Quítame tus sucias manos de encima" vio la posibilidad de una versión
"gráfica" y pensó en Joan Marín, con quien ya había colaborado en
"Olimpita" (Norma, 2009).
Migoya pulió el guión inicial con ciertos toques de comedia negra que
no le convencían, porque su intención era ofrecer un visión más
dramática "sin caer en el folletín", que mostrara el mérito de saber
sobrevivir a un secuestro.
Tras reunir gran cantidad de material y testimonios de Melina, sus
padres y su hermano, e intentando distanciarse al máximo de las
ligaduras emocionales y de los personajes, Migoya ha tejido un tapiz que
intenta reflejar al máximo aquel suceso.
Los autores del secuestro, que se hicieron pasar por miembros de
Sendero Luminoso, eran unos conocidos de la familia de Melina, que ya
están en la calle tras pasar unos años por la cárcel, por lo que la
joven abandonó Perú para irse a Alemania, donde conoció a Migoya.
Melina, que acompaña a su marido en la promoción del libro, reconoce
que el secuestro fue una experiencia traumática: "Tres días que se
quedan ahí para el resto de la vida".
Y aunque se siente afortunada por cómo acabó el cautiverio, y que
éste no le dejara traumas profundos, "ni muchas paranoias", aún no se
atreve a leer la novela. "Ahora no me hace falta leerla, ya lo haré en
otro momento".
Para el dibujante Joan Marín, "Plagio" ha sido un reto desde el
primer momento: un "monstruo" de 250 páginas basado en un hecho real y
con una gran cantidad de personajes.
Aunque hizo las cincuenta primeras páginas en Barcelona, no fue hasta
que pisó Lima, donde estuvo diez días en 2009, cuando su concepto de la
capital peruana cambió radicalmente.
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