La novela se sitúa en un barrio residencial de Estados Unidos en los años 70.
Cuatro hermanas -las hermanas Lisbon- viven atrapadas en la represión impuesta por sus padres desde que la hermana pequeña -Cecilia- intenta suicidarse. Un año después, todas habrán acabado con sus vidas de una manera diferente; cortándose las venas, asfixiada por el gas metano de un coche, tomando grandes dosis de somníferos, metiendo la cabeza dentro del horno o de un salto por la ventana.
La gran belleza y el influjo que desprenden las hermanas hace que todos los chicos estén enamorados de ellas. De hecho, nuestro narrador -ese espectador que espía a las hermanas desde lo alto de un árbol- es uno de esos chicos que durante toda la novela no dejará de buscar la causa de los suicidios. ¿Por qué chicas tan guapas, tan jóvenes, tan aparentemente llenas de vida, deciden acabar con sus vidas? Pero lejos de encontrar la respuesta, el narrador concluye que es imposible saber lo que ocurría en la mente de las hermanas.
Quizá no sea difícil concluir que es esa prohibición de comunicación con el mundo exterior, esa imposibilidad de crecimiento y de desarrollar la propia personalidad, lo que lleva a las hermanas al suicidio.
La gran sensibilidad narrativa, las descripciones de las escenas cotidianas, y el abordaje de un tema tabú como es el suicidio adolescente convierten esta historia en una gran novela.
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