Villa 31- Retiro |
A pesar de ello, creo que es ahora cuando empiezo a disfrutar algo de este país que me va mostrando sus pequeños secretos poco a poco. Creo que he encontrado el encanto de Buenos Aires en lo que muchos argentinos encuentran digno de rechazo, y es por eso que me atrapó desde el principio. Quienes me conocen saben que lo que es rechazable y despreciable para la mayoría despierta siempre mi interés. Con ello se aprende a abrir los ojos. Esta vez fue el fenómeno de las villas, donde ahora voy de voluntaria, específicamente en una de las consideradas más conflictivas, Ciudad Oculta o Villa 15, que ahora alberga más de 20.000 habitantes.
Ciudad Oculta- Villa 15 |
Nada más llegar a Argentina y hablando con la gente, pude comprobar el rechazo a los villeros puesto que donde hay pobreza, hay delincuencia, y la delincuencia se traduce en inseguridad. Muchos roban para vivir o consumir, otro de los aspectos fundamentales de la pobreza: el consumo de drogas. La droga que se consume en las villas es el "paco", que se forma con residuos de la fabricación de la cocaína, procesada con ácido sulfúrico y queroseno. Se consume tanto porque una dosis sólo cuesta 2 pesos (33 céntimos de euro) y lo tienen siempre a mano.
El paco podría equipararse a la heroína puesto que la adicción que se sufre es parecida. La gente que consume no puede dejar de consumir por el malestar que siente cuando deja de hacerlo, y el desgaste y los problemas físicos que acarrea son también muy parecidos. Según el gobierno de la provincia de Buenos Aires, el consumo intenso de paco puede producir muerte cerebral en al menos seis meses.
El paco es una droga reciente, antes los chicos de la villa cogían el autobús para ir a robar pero debido a la adicción empezaron a robar a la gente de la villa, lo que provocó que empezaran a poner rejas en las "casas" -dentro de la propia villa- para evitar robos. La gente que desprecia las villas no se da cuenta de que la gente que vive allí dentro es la que primero sufre la inseguridad. Allí dentro hay buena gente y mala gente, como en todos lados. Pero sobre todo hay pobreza y necesidad. He llegado a oír que hay gente en las villas que vive muy bien. Yo todavía no lo he visto. No se puede juzgar desde fuera. Hay niños que viven en los callejones de la villa - callejones que no tendrán más de 2 metros de ancho- porque sus padres se engancharon al paco y lo vendieron todo y tienen que robar para poder dar de comer a sus hermanos. ¿Quién puede juzgarles?
El otro día leí una frase de Jorge Tasín -coordinador de un proyecto para hijos con padres adolescentes llamado Sueñitos-, que resume muy bien lo que aquí quiero expresar: "que los chicos maten cuando roban, que no valoren la vida ajena no nos tiene que sorprender, porque nadie valora la vida de ellos..."
"Son chicos que no van a la escuela, que los rechazan en los programas de las cooperativas, que viven hacinados en la villa, sin esperanzas, al margen de la sociedad. Nunca se les enseñó a valorar su propia vida. Son chicos violados y desvalorizados desde siempre. Como mucho tiene de pilar a sus madres. Pero esas mujeres son a su vez maltratadas por los demás”.
La labor que hacen los curas villeros es continua y ante todo admirable y necesaria. Los villeros son muy creyentes y ponen toda su fe y confianza en ellos, que viven solo, con y para ellos. Les escuchan y ayudan con sus problemas familiares y escolares. Y les ayudan a salir de las drogas. Les brindan la protección, el cariño y la confianza que desde pequeños les falta.
Como referente de estos sacerdotes está el Padre Carlos Mugica, que dió su vida por los más desfavorecidos y dónde la mayor parte de su labor comunitaria tomó lugar en la Villa de Retiro. Asesinado el 11 de mayo de 1974, dejo aquí su oración más conocida:
"Señor, perdóname por
haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años tengan trece;
Señor, perdóname por
haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no;
Señor, perdóname por
haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas , de las que puedo no
sufrir, ellos no;
Señor perdóname por
encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo;
Señor: Yo puedo hacer
huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre;
Señor: perdóname por
decirles 'no sólo de pan vive el hombre' y no luchar con todo para que rescaten
su pan;
Señor: quiero quererlos
por ellos y no por mí;
Señor: quiero morir por
ellos, ayúdame a vivir para ellos;
Señor: quiero estar con
ellos a la hora de la luz. Ayúdame."
De la película "Elefante Blanco" en homenaje al padre Carlos Mugica |
Me gustaría poder
seguir tratando esto en mis próximos escritos. Hasta entonces...au revoir
Retrato desgarrador de una realidad que solemos esconder.Me siento orgulloso de ti...
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