¿Se llevan realmente tan mal los diputados de distintos
partidos? ¿Qué hacen en sus ratos de ocio entre sesión y sesión los
parlamentarios? ¿Cómo es su relación con los periodistas? ¿Hay tiempo,
incluso, para el flirteo?
A estos y otros interrogantes pretende dar respuesta de forma
desenfadada el libro "Los leones del Congreso", del periodista Federico
Utrera, publicado por "La esfera de los libros" y subtitulado "Peleas,
amores, pactos, amistades y vicios de los diputados".
Algunos supuestos secretos íntimos de sus señorías salen a la luz
poniéndolos en boca de los dos enormes felinos de bronce que custodian
la entrada principal de la Cámara Baja y que cobran vida en este libro
para contarlos y para recopilar anécdotas y curiosidades vividas en el
edificio de la Carrera de San Jerónimo.
Las muchas horas compartidas allí por los diputados y de las que han
sido testigos de excepción los informadores, han dado pie a todo tipo de
vivencias que han llegado a acabar incluso en matrimonio.
El autor enumera algunas de ellas y, como muestra de lo que han
cambiado las cosas, recuerda que cuando se tramitó la ley del divorcio,
eran veinticinco los diputados y senadores que estaban separados de
hecho, mientras que en 2008 había ya tres divorcios por cada cuatro
matrimonios.
También da cuenta de encuestas más o menos públicas que en algún
momento se han hecho para conocer qué señoría despertaba más interés
entre las del sexo contrario, así como del talante con el que algunas
acogieron rumores que se iban difundiendo sobre su supuesta orientación
sexual.
Narra igualmente cómo la etapa de la Transición se prestó a una
especial complicidad entre parlamentarios y periodistas, que llegaron a
compartir fiestas habituales como las que cita con protagonistas como
Felipe González o Alfonso Guerra.
Ser hijo de, hermano de, cónyuge de, o tener algún otro familiar con
renombre en política, ha servido para allanar el camino hacia un escaño
en las Cortes u otro puesto de relevancia.
El autor hace un repaso de todo ello poniendo ejemplos de apellidos
que lo demuestran como los de Gallardón, Cabanillas, Mayor Oreja y
Fraga, o recordando el salto a la política que dio la que fue esposa de
Felipe González, Carmen Romero, o el primer plano en el que está ahora
la mujer del expresidente José María Aznar, Ana Botella.
La obra repasa la historia del bar del Congreso, en su día bautizado
con el nombre de "El merendero del cojo" en alusión al conde Romanones
por haber sido él quien acometió una reforma de este recinto, y recuerda
algún otro en los aledaños de la Cámara en el que durante muchos años
han pasado parte de sus ratos libres diputados y representantes de los
medios de comunicación.
La afición al mus compartida sirve para relatar alguna partida de
muchas horas de duración o las que protagonizaba José Luis Rodríguez
Zapatero cuando era un parlamentario de a pie y ni por asomo intuía que
podía llegar a ser el inquilino del Palacio de la Moncloa.
Si el día a día del Congreso ha constatado que diputados
pertenecientes a distintos partidos pueden llegar a llevarse muy bien
(un ejemplo que cita es el del líder de Fuerza Nueva, Blas Piñar, y el
representante de Euskadiko Ezkerra Juan María Bandrés) y salir a cenar y
bailar juntos, también ha vivido todo lo contrario.
Sus muros han albergado insultos, agresiones o retos a batirse en
duelo como el protagonizado por el que fuera parlamentario y escritor
Vicente Blasco Ibáñez.
Mucho más reciente es el enfado con el actual líder del PSOE, Alfredo
Pérez Rubalcaba, del diputado del PP Rafael Hernando, quien tuvo que
ser sujetado por varios de sus compañeros tras un caluroso debate en el
que no le gustó que el primero acusara a su partido de mentir y le
hiciera un gesto llevándose la palma de la mano a la cara.
Utrera recuerda también algunos hechos anecdóticos vividos en viajes
oficiales de parlamentarios y en campañas electorales, reúne sonetos y
ripios que se han cruzado en algún momento los dueños de los escaños,
los motes con los que han sido conocidos algunos, o sus lecturas y
aficiones preferidas.
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