El 20 de agosto de 1890 nacía Howard Phillips Lovecraft en la ciudad de Providence (Estados Unidos). Creía que nadie es capaz de comprender ni de amar a nadie y se sentía un extranjero en su patria. Decía que “el pensamiento humano es quizá el espectáculo más divertido y más desalentador del globo terráqueo”.
Ya de pequeño, se ausentaba para recorrer en solitario parajes extraños y lejanos dando rienda suelta a su imaginación, esa que le convertiría en un gran innovador del cuento de terror, apartándose de los cánones clásicos para introducir en ellos la ciencia ficción, los seres "no humanos", la culpa heredada, el racismo, y la idea de una humanidad en constante peligro y amenaza. Stephen King lo consideró "el príncipe oscuro y barroco de la historia del horror del siglo XX".
De su genialidad no quedaba duda ya con dos años, cuando recitaba poesía, leía a los tres y escribía a los siete. A los quince años escribió su primer relato: "La bestia en la cueva" y a los dieciséis escribía una columna de astronomía para el Providence Tribune. Paradojicamente, se declaró ateo a los cinco y murió pensando igual. Al colegio asistió poco o nunca y no se relacionaba con otros chicos de su edad.
Como muchos de los genios, así pasó también con J.K. Toole y otros, su madre ejerció sobre él una enfermiza sobreprotección que le impidió relacionarse con el exterior recluyendo su vida al entorno más íntimo.
Los relatos de Lovecraft están profundamente influidos por sus recurrentes pesadillas, con lo que representan parte de su subconsciente, y por el trabajo de Edgar Allan Poe, por el que sentía una profunda admiración. También autores como Edward Punklett, Lord Dunsany y Arthur Machen fueron inspiradores de su trabajo.
Hoy en día podría considerarse un autor políticamente incorrecto, pues una temática recurrente en los relatos era la asociación de los villanos a una "raza impura de piel oscura" en contraposición a una "clase elevada de etnia blanca" y en su poesía habla de una raza negra como "sub-humanos".
También la mujer se asocia siempre en sus relatos al mal, con una connotación sexual negativa, pero más bien podría asociarse al pensamiento ignorante y arcaico de la época, lo que no quita ni un ápice de la genialidad literaria de sus cuentos.
Como bien expresó Stephen King, "sus mejores cuentos nos hacen sentir el peso del universo suspendido sobre nuestras cabezas, sugieren fuerzas sombrías capaces de destruirnos a todos solo con gruñir en sueños."
Como todos los genios, sus obras solo fueron valoradas una vez fallecido.
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