domingo, 18 de octubre de 2015

"Un crimen demasiado humano" o la voz de un asesino.

Germán Rodriguez Aquino (Lima - Perú, 1977 ) aparca la poesía temporalmente para estrenarse en el género novelístico con esta obra psicológica de prosa clara y efectiva. 


El autor nos muestra un mundo descarnado, violento, pero también de los que buscan el amor por encima de todo. Y para ello Germán ha elegido la voz de un asesino, un asesino "demasiado humano", pues la única finalidad de nuestro protagonista es sentirse amado.

Giacomo es un hombre pasional, vulnerable y falto de afecto que busca el cariño y el amor en la mujer con la que comparte su vida, sin lograrlo. Por el contrario, Pilar, que es su compañera sentimental, es una mujer distante que va a lo suyo, y que no tiene en cuenta los pensamientos o necesidades de Giacomo. Con un exmarido que constantemente interfiere negativamente en sus vidas y una hija de la que el protagonista se ocupa como si fuera suya. 

Al contrario de lo que piensa Benedetti "que la culpa es de uno cuando no enamora", Giacomo piensa todo lo contrario. Dice que lo ha dado todo por Pilar: le ha dado amor, trabajo, y rescatado de una familia de canallas y a cambio sólo obtiene de ésta su indiferencia.

Rodriguez Aquino sabe captar y transmitir la furia de su personaje, una furia que va pudriendo por dentro y acumulándose hasta parecer una bomba de relojería. "La furia no se mide por lo que no pueda hacer, sino por la barbarie que uno se va comiendo en el fondo mismo del alma".
Esa angustia, esa conexión con el mundo interior del protagonista es una de las virtudes de su literatura. Conocemos al completo toda su vida y su mundo interior: cada pensamiento y sentimiento, y es por eso que al final el lector termina por compadecerle.

Finalmente Giacomo se convierte en un asesino. Porque de repente sale a la luz toda esa ira, esa rabia comprimida que, de repente, explota. Pilar le abandona y él busca refugio en una prostituta a la que le pide cariño, pero ésta no deja de repetirle que termine cuanto antes porque tiene que marcharse. Entonces aflora el monstruo, el hombre frustrado que, fruto de sus malas pasiones, termina con la vida de la mujer.
El protagonista busca el perdón: "una maquiavelica y desesperada traición de la mente que se enceguece y busca el perdón por entre todos sus rincones, pero no lo encuentra, pues se tiene que vivir del día a día para tolerar el maquillaje de la locura y sus luces multicolores". Y finalmente se perdona, porque termina convenciéndose de que a todo el mundo podría haberle pasado. Puede que tenga razón, todos llevamos el bien y el mal dentro de nosotros, todo depende de a que lado nos decantemos en cada una de nuestras constantes decisiones.


Un crimen demasiado humano. Germán Janio Rodriguez Aquino. Arteidea. Lima-Perú, 2103. 137 páginas.

jueves, 15 de octubre de 2015

Baudelaire, el poeta maldito

Charles Pierre Baudelaire nació en París el 9 de abril de 1821. Su infancia y adolescencia estuvo caracterizada por los problemas con su familia, en concreto con su padrastro, el militar Jacques Aupick cuya rigidez chocaba con el carácter bohemio y despreocupado de Baudelaire. 

Del instituto fue expulsado por indisciplina y cuando entró en la universidad, a estudiar derecho, comienza a frecuentar el Barrio Latino y a relacionarse con otros poetas y artistas. Balzac, Gérard de Nerval y Louis Ménard son buen ejemplo de ello. También empiezan sus primeros escarceos con las drogas y sus constantes visitas a prostíbulos que más tarde le provocarán el contagio de la sífilis. 

Su padrastro, molesto por la deriva de nuestro joven poeta, decide exiliarlo y lo embarca en una travesía con comerciantes y miembros del Ejército con destino a Calcuta. Es allí cuando escribe su poema "El Albatros", pero llegando a Isla Mauricio decide poner fin a tal bochornoso trayecto y se vuelve a París, a su noche bohemia parisina, hambriento de mujeres, alcohol y marginalidad. Su misión es clara: declararle la guerra a la burguesía. 


Cuando llega a París ya ha cumplido la mayoría de edad y obtiene la herencia de su padre biológico, lo que le permite ser independiente. Se despide de su madre: "Me es imposible hacerme como tu marido quiere que me haga (...) no hay que quejarse sino comprenderme". Y de esta manera se marcha de casa, a un piso de un barrio tranquilo en Isla de San Luis y aprovecha para entregarse por completo  al vino y a los estupefacientes. Porque detrás de los poemas persiste el tedio vital, el hastío, y queda el hombre en su eterna búsqueda del placer y de lo desconocido.


De ahí, de su gusto por lo infinito como él lo llama, nacerá su obra "Los Paraísos Artificiales", donde narra su experiencia con el opio y el hachís. 


Pero el poeta, en un constante intento de evadirse, siempre termina por encontrarse a sí mismo. La huída de este mundo no parece posible: "al hombre le está prohibido, bajo pena de decadencia y de muerte intelectual, trastocar las condiciones primordiales de su existencia (...) todo hombre que no acepta las condiciones de la vida vende su alma."


Baudelaire se llena de deudas, cambia constantemente de residencia para huir de sus acreedores o sablea a los amigos. Agotado, hace un intento de suicidio y su madre se lo lleva a casa pero en  cuanto puede Baudelaire vuelve a marcharse "no se bebe sino Burdeos en casa de mi madre y yo no puedo pasarme sin Borgoña".

Con la publicación de su obra Las flores del mal, en 1857, Baudelaire se convierte en uno de los personajes literarios más conocidos de Francia. La obra le cuesta una condena por inmoralidad. Sus poemas rompen con lo establecido y dan paso a la Modernidad. 

Muere el 31 de agosto de 1867 de sífilis y a causa también del consumo de láudano, tras pasar un año paralítico y mudo.

Fue Verlaine el que le incluye entre los poetas malditos, afirmando que el genio que habitaba dentro había sido también su maldición.

lunes, 12 de octubre de 2015

"La habitación de Nona" o la importancia de lo oculto


Después de unos largos años de silencio provocados por la pérdida de su marido, regresa Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945). Y lo hace a su estilo, a lo grande, con un libro de cuentos que sorprenden a cada rato. Cuando creías que ya tenías el argumento, el cuento da un giro y sólo te queda hacer dos cosas: o sonreír, o aplaudir. 

Dos de los relatos brillan por encima del resto. Lo hace el cuento que da título al libro "La habitación de Nona", que habrá que leerlo más de una vez para poder encontrarle todas las posibles interpretaciones, donde el misterio aparece desde las primeras páginas y continúa a lo largo del relato hasta el final, dejándonos con ganas de más.

"Hablar con viejas" es un portento literario, donde la autora nos mostrará que del hecho de ayudar a cruzar una viejecita la calle puede pasar cualquier cosa, y mientras dura este relato olvidar el mundo a tu alrededor es un hecho garantizado. 


También es magistral el relato "El final de Barbro" donde las madrastras típicas de cuento cobran vida y son, sin embargo, completamente verosímiles. 

Cada cuento es muy distinto del otro, y es por eso que el ingenio de Cristina Fernández Cubas reluce en cada uno de ellos con mucha más fuerza. La autora  tiene en cuenta que el cuento es tiránico pues no te perdona un párrafo malo, a diferencia de la novela que al ser larga puedes permitirte un capítulo que no esté demasiado bien, y eso ella lo tiene muy claro y lo aplica, vaya si lo aplica, que no hay ningún momento ni ninguna parte en la que sus cuentos decaigan. Y eso, por desgracia, no está al alcance de todos.




La habitación de Nona. Cristina Fernández Cubas. Tusquets. A la venta el 7 de abril de 2015.