Esta segunda entrega de las aventuras del capitán Alatriste me ha gustado mucho más que la primera. El autor nos conduce por la España violenta y inquisitorial del siglo XVI, donde ser, o tener antepasados judíos, era motivo de castigo por la Iglesia Católica. Suficiente motivo para ser torturado y quemado en la hoguera por el Tribunal de la Santa Inquisición. Perez Reverte nos muestra una España antigua, arruinada y violenta.
La aventura comienza cuando Francisco de Quevedo pide ayuda al Capitán Alatriste para unos amigos que desean sacar de un convento a su hija, donde ha sido encerrada, y donde los curas abusan de ellas. Alatriste se ve obligado a ayudar a su amigo Quevedo y se ven inmersos en una trampa de los aguaciles. Se produce una lucha y durante ella Iñigo Balboa es capturado por Gualterio Malatesta y llevado al tribunal de la Inquisición. Allí será interrogado y sometido a humillantes tratos mientras Alatriste hará todo lo posible por rescatarlo.
Es un libro que no defrauda, por los personajes y la forma de narrar que tiene Reverte, por los valores que inculca de amistad, honor y lealtad contrapuestos a la represión, la maldad y la tiranía. Me gusta la evolución de los personajes que van creciendo y madurando, en concreto la de nuestro querido narrador Iñigo Balboa.
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