Esta obra se compone de varias partes: un diálogo entre Tomás Moro, Peter Giles y el filosofo Raphael Hythloday. Tomás Moro argumenta la necesidad del pueblo de estar al servicio de un rey justo, entregado al estudio de la filosofia (véase influencia de Platón que cita constantemente) para evitar corromperse, y entregado a su pueblo: "...Que arregle su propia vida, que renuncie a los placeres deshonestos y se resprenda del orgullo pues éstos son los vicios capitales que causan el que incurra en el desprecio u odio de su pueblo. Que viva de lo suyo sin perjudicar a nadie, que prevenga los vicios y aparte las ocasiones de delito dirigiendo bien a sus súbditos y no permitiendo que aumente la maldad para castigarla después..." Asimismo argumenta que un ladrón o un homicida no deben sufrir el castigo de ser condenados a muerte, pues en el caso del ladrón roba porque se le ha condenado a la pobreza "que hacéis sino crear ladrones y luego castigarlos?", y porque la amenaza de la pena de muerte quedó demostrado que no hizo bajar la cantidad de robos, y en el caso del homicida porque es contradictorio: se castiga de la misma forma que lo que se pretende evitar que haga y comparar un ladrón con un homicida -al aplicarsele la misma pena- es totalmente pernicioso."mientras vayamos por ahí con tal crueldad para atemorizar a los ladrones, los provocaremos a que maten hombres buenos". La solución la encuentra Tomás Moro en los romanos -véase también influencia de la república romana-: "los que entre ellos eran convictos de grandes odiosas transgresiones eran condenados a las canteras y a extraer metales de las minas, donde estaban encadenados todos los días de su vida (...) y a menos que el robo sea muy atroz, nunca se les encierra en prisión ni se los encadena con grilletes sino que van desatados y andan libremente trabajando en las obras públicas (...) siendo condenados a ser trabajadores públicos".
En la segunda parte del libro se describe la isla y organización de Utopía, la exposición del gobierno político y las leyes y ordenanzas de las que las más importantes menciono más adelante: en Utopía no existía la propiedad privada, había seguridad pues nada era de nadie. En cuanto a los magistrados, se nombraba príncipe a uno de los cuatro que el pueblo proponía. El cargo duraba toda su vida a menos que fuera depuesto o degradado bajo sospecha de tiranía. Era un pueblo principalmente dedicado a la agricultura. Se componía de familias y éstas estaban constituidas por parientes. Dedicaban solo seis horas al trabajo y las demás a un entretenimiento sano. No autorizaban a que los ciudadanos se dedicaran a la matanza de animales pues creían que la clemencia es la más noble cualidad de la naturaleza del hombre y con la práctica ésta degenera y muere poco a poco. No permitían que hubiera ningún hombre pobre o necesitado. Daban provisiones a otras ciudades sin pedir nada a cambio bajo el fundamento de que renunciar a algo propio para dárselo a otro es un rasgo de humanidad y generosidad que nunca quita tanta comodidad como la que da a cambio. Creían en la felicidad a través del placer. Éste procedía de la comida, la bebida y la salud. Nunca convertían en esclavos a los prisioneros capturados en batalla, solo las penas más odiosas se castigaban con la pena de esclavitud. Si mostraban arrepentimiento eran absueltos y perdonados. Se prohibían abogados, procuradores y gestores, cada persona se defendía a sí misma pues nadie conocía mejor que sí mismo su propia causa y defensa. Detestaban y aborrecían la guerra o la batalla aunque se ejercitaban para ella tanto hombres como mujeres. No se prohibía que las mujeres fueran con sus maridos a la guerra: más bien las incitaban a ello para que se auxiliaran mutamente. No herían a hombres desarmados a no ser que fuera un espía. Tenían libertad de culto y religión.
Audiolibro de Utopía, de Tomás Moro: https://www.youtube.com/watch?v=AI2ylY6nGxI
ResponderEliminarEspero que os ayude a animaros a leer el libro :)
Un libro profético, precursor e inspirador de los tres repugnantes totalitarismos del siglo XX; el fascismo, el comunismo, y el Estado del bienestar (socialismo).
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