Después del éxito de crítica y ventas de "El verano de los juguetes muertos", el barcelonés Toni Hill regresa a las librerías con "Los buenos suicidas", una nueva historia del inspector Héctor Salgado, con secretos empresariales y extraños suicidios.
"Los buenos suicidas son los que no se suicidan", explica en una entrevista con Efe, Hill, que empezó a darle vueltas al relato a partir de las informaciones aparecidas hace tres o cuatro años sobre la treintena de suicidios de trabajadores de France Télécom, aunque luego la narración ha tomado su camino y ya nada tiene que ver con aquello.
Con un ritmo vertiginoso, el lector puede seguir los pasos del inspector Salgado por las calles de Barcelona, obsesionado por la desaparición de su ex mujer, Ruth, y por resolver un caso protagonizado por la secretaria del director general de una conocida empresa de cosméticos que se ha arrojado a las vías del metro.
Hill señala que "lo bueno y malo" de esta novela es que la empezó muy de prisa, porque la trama se le ocurrió mientras escribía su ópera prima, y pronto tuvo claro que debían aparecer unos personajes con unas muertes, que parecieran suicidios y que tuvieran como vínculo el trabajar para una misma empresa.
En este caso, unos laboratorios de cosméticos, que también pueden verse como una metáfora de la vida o de una ciudad como Barcelona con sus "falsas apariencias y su belleza artificial".
Sin falsa modestia, el también psicólogo asevera que no le cuesta crear tramas criminales ni ir dando al lector en pequeñas píldoras algunas informaciones sin revelar nunca lo más relevante de la trama, que queda para el final.
La peripecia literaria vuelve a transcurrir en Barcelona porque, indica, es en la que vive y mejor conoce y admite que ahora, quizá influido por la crisis económica, aparece un "poco más deprimida" que en "El verano de los juguetes muertos".
Sin embargo, para sus lectores extranjeros eso "da lo mismo", porque, "por los contactos" que mantiene con ellos "siempre encuentran maravillosa la ciudad".