jueves, 15 de octubre de 2015

Baudelaire, el poeta maldito

Charles Pierre Baudelaire nació en París el 9 de abril de 1821. Su infancia y adolescencia estuvo caracterizada por los problemas con su familia, en concreto con su padrastro, el militar Jacques Aupick cuya rigidez chocaba con el carácter bohemio y despreocupado de Baudelaire. 

Del instituto fue expulsado por indisciplina y cuando entró en la universidad, a estudiar derecho, comienza a frecuentar el Barrio Latino y a relacionarse con otros poetas y artistas. Balzac, Gérard de Nerval y Louis Ménard son buen ejemplo de ello. También empiezan sus primeros escarceos con las drogas y sus constantes visitas a prostíbulos que más tarde le provocarán el contagio de la sífilis. 

Su padrastro, molesto por la deriva de nuestro joven poeta, decide exiliarlo y lo embarca en una travesía con comerciantes y miembros del Ejército con destino a Calcuta. Es allí cuando escribe su poema "El Albatros", pero llegando a Isla Mauricio decide poner fin a tal bochornoso trayecto y se vuelve a París, a su noche bohemia parisina, hambriento de mujeres, alcohol y marginalidad. Su misión es clara: declararle la guerra a la burguesía. 


Cuando llega a París ya ha cumplido la mayoría de edad y obtiene la herencia de su padre biológico, lo que le permite ser independiente. Se despide de su madre: "Me es imposible hacerme como tu marido quiere que me haga (...) no hay que quejarse sino comprenderme". Y de esta manera se marcha de casa, a un piso de un barrio tranquilo en Isla de San Luis y aprovecha para entregarse por completo  al vino y a los estupefacientes. Porque detrás de los poemas persiste el tedio vital, el hastío, y queda el hombre en su eterna búsqueda del placer y de lo desconocido.


De ahí, de su gusto por lo infinito como él lo llama, nacerá su obra "Los Paraísos Artificiales", donde narra su experiencia con el opio y el hachís. 


Pero el poeta, en un constante intento de evadirse, siempre termina por encontrarse a sí mismo. La huída de este mundo no parece posible: "al hombre le está prohibido, bajo pena de decadencia y de muerte intelectual, trastocar las condiciones primordiales de su existencia (...) todo hombre que no acepta las condiciones de la vida vende su alma."


Baudelaire se llena de deudas, cambia constantemente de residencia para huir de sus acreedores o sablea a los amigos. Agotado, hace un intento de suicidio y su madre se lo lleva a casa pero en  cuanto puede Baudelaire vuelve a marcharse "no se bebe sino Burdeos en casa de mi madre y yo no puedo pasarme sin Borgoña".

Con la publicación de su obra Las flores del mal, en 1857, Baudelaire se convierte en uno de los personajes literarios más conocidos de Francia. La obra le cuesta una condena por inmoralidad. Sus poemas rompen con lo establecido y dan paso a la Modernidad. 

Muere el 31 de agosto de 1867 de sífilis y a causa también del consumo de láudano, tras pasar un año paralítico y mudo.

Fue Verlaine el que le incluye entre los poetas malditos, afirmando que el genio que habitaba dentro había sido también su maldición.

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