jueves, 15 de marzo de 2012

"Perros que ladran en el sótano" de Olga Merino

Olga Merino, en "Perros que ladran en el sótano", viaja al protectorado español de Marruecos y al mundo de la farándula en el franquismo tras los recuerdos de un hombre que vive su homosexualidad como un "desarraigo interior". "Me interesaba explorar la vida de los artistas de variedades en la España de Franco, y también la realidad cotidiana en el protectorado, tan desconocida y tan poco transitada por los escritores españoles".

El protagonista, Anselmo Rodiles, pasa su infancia en Tetuán y su juventud en la España de Franco. Al desarraigo originado por la pérdida "del paisaje de la niñez" se suma otra, "interior, a la que le obliga su condición de homosexual durante el franquismo".
Para Merino, "la historia explica cómo somos" y, por eso, en sus novelas, las biografías de sus protagonistas están íntimamente ligadas a las circunstancias que les toca vivir.
Su pasión por la historia y las oportunidades de acercarse a sus protagonistas que le ha brindado el periodismo, han inspirado sus novelas

Durante su estancia en Moscú como corresponsal de El Periódico de Catalunya se entrevistó con muchos niños de la guerra, "los grandes estafados de la historia", que inspiraron su primera novela, "Cenizas rojas" (1999), sobre un español retornado que había sido enviado a la Unión Soviética durante su infancia.
En su segunda novela, "Espuelas de papel" (2004), siguió los avatares de una joven andaluza que emigró a Barcelona en plena posguerra.

"No tenía pensado hacer una trilogía del desarraigo. Ha sido a posteriori cuando he descubierto mi debilidad por el tema. Me interesan los personajes descolocados, la gente fuera de lugar", confiesa Merino.
Merino acudió a la investigación oral para recrear la vida cotidiana en el antiguo protectorado -"no hay otra, prácticamente"- pero prefirió la literaria para abordar la homosexualidad de su protagonista.
Merino "buceó" en los diarios y biografías de artistas homosexuales como John Cheever, Thomas Mann o Jaime Gil de Biedma. Este último se definió como, "más que homosexual, rabiosamente homosentimental", una descripción que Merino cree que se ajusta también a su personaje.

Precisamente el título de la obra se lo debe a una de estas lecturas, la biografía que Hermann Kurzke hizo de Thomas Mann y que describía los tormentos del escritor alemán por reprimir sus impulsos, "como una lucha por mantener los perros del deseo sujetos en el sótano".
La Medina, una asociación de antiguos residentes en Marruecos, le permitió a Merino "atisbar", a través de testimonios personales, cómo fue la vida cotidiana en el protectorado, y la puso en contacto con otra escritora entonces interesada en aquella época y en aquel territorio, María Dueñas, autora de "El tiempo entre costuras".

El arte se presenta en esta novela como "una válvula de escape de la cruda realidad" a la que se abrazarán el protagonista y su hermana, María, aunque ella tendrá un trágico final.
Este viaje por la memoria de Anselmo Rodiles lo desencadena un accidente doméstico de su padre por el que es ingresado en el hospital, donde ya sólo le queda esperar la muerte.
Ante este "ser desvalido" que ya no recuerda en nada al padre autoritario contra el que el protagonista guardaba muchos resentimientos, Anselmo reflexiona sobre su vida sin emitir un juicio, aunque la autora sí que se ha formado una opinión del personaje.

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